Resulta que el chofer de López, cuando ambos paseaban en aquél icónico Tsuru blanco, se volvió millonario en estos años. A tal grado que ahora puede darse el lujo de tener un carrazo de lujo; nada menos y nada más que un Rolls Royce, al que solamente los muy ricos pueden acceder. ¿Quién pompó?, diría su expatrón, el tal López.
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