“Destierro, encierro o entierro”, decían que eran las alternativas para quienes enfrentaban al presidente. Lo recuerdo bien porque hoy se cumplen 21 años de que fui encarcelado por cuestionar y confrontar al régimen de esa época. No me arrepiento, tenía la obligación de hacerlo porque México lo necesitaba, aún lo necesita.
Ahora decidí correr el mismo riesgo, decidí enfrentar una versión del régimen mucho más retorcida, perversa y caduca. Sé que no será fácil y que el sistema hará todo lo posible para impedir el cambio que se necesita, pero hace mucho decidí que no me puedo ir sin pagar la deuda que mi generación tiene con México.
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